Quisiera decir unas palabras sobre la política europeísta de la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro francés Nicolás Sarkozy.
Después de la resaca electoral y el mutis por el foro del futuro presidente de todos los españoles Mariano Rajoy, estamos a la espera de la noticias de Europa. Con la furia vengativa que caracteriza a los votantes españoles se le dio un voto de castigo (y vaya voto) a Rubalcaba para que Rajoy fuera un revulsivo para este país que a partir de ahora pretende ser más unitario que nunca, más antiaborto que nunca y más antiayudas que nunca. Tiempo al tiempo, señores, tiempo al tiempo. Con la pérdida de los derechos de los últimos 30 años por culpa de los recortes y de la nueva política venidera, nos encontramos con el panorama (ya advertido infinidad de veces en este blog) de la aparición de la Merkel y el Sarkozy.
La santita teutona que cree ser la salvadora y adalid de la crisis europea pretende dejar huella antes de las elecciones alemanas pretendiendo aplicar su política local a todos los países europeos. Unos países que son distintos en ideología, en capacidad laboral, en nivel económico, etc. El chiquitín de Sarkozy dentro de sus alzas se revuelve contra la posibilidad de entrar él en el jueguecito de las primas de riesgo y hace de predicador fatalista diciendo que Europa nunca ha estado tan mal como ahora. Inglaterra, en su línea individualista y con una moneda fuerte pero estabilizada, se niega a reconocer a Europa.
Y es que en la situación que estamos, cada país debería resolver sus problemas de manera unilateral haciendo un profundo estudio de la situación y adecuando las necesidades personales de cada nación. Lo que se hace en Francia no sirve en Grecia o lo que se plantea en Polonia no puede funcionar en nuestro país.
Está estudiadísimo por ilustres economistas que una política de recortes tan salvaje nos lleva al no consumismo y si éste no se activa, la rueda de rompe llevándonos a la pobreza. Además, si las cargas recaen en el ciudadano de a pie que sufre cada día más cortapisas mientras el nivel de vida sube, ¿qué vamos a hacer?.
¿Por qué no mantenemos un mercado común esencial para las relaciones comerciales y que cada país recupere su identidad monetaria y su autogestión?. ¿Por qué ese miedo a volver a la peseta?. ¿Quizás nos daremos cuenta que por un café estamos pagando 200 pesetas y por un litro de gasolina 300?. ¿Quién se está enriqueciendo con todo este proceso imposible de entender de macroeconomía donde las bolsas fluyen como mareas?.
Al ciudadano de a pie se nos escapan todas estas cosas. Tampoco la política y la economía es nada clara. Que alguien nos explique que ha pasado y que va a pasar. Mañana puede ser tarde.
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