viernes, 20 de agosto de 2010

LA NATURALIDAD DE LA BANDERA ESPAÑOLA

Quisiera decir unas palabras sobre una cuestión, quizás banal para gran parte de la población de la península ibérica, pero importante para aquellos que aguzan la visión histórica de los iconos patrióticos: la bandera española.

En un catártico viaje realizado en tren a una zona del sureste de España y en busca de mis ancestros, pude contemplar como un país, dividido en dos, ideológicamente hablando, hacía ondear la bandera patria con una naturalidad pasmosa.

Yo soy catalán de nacimiento y de convencimiento, pero mi familia fue una de tantas que emigró a Cataluña en plena recesión económica de la postguerra, con las ansias y la ilusión de poder tener algo más que llevarse a la boca que un mendrugo de pan o una cáscara de naranja. Mi padre, que en paz descanse, proveniente de un pequeño pueblo de la "estepa" sevillana, siempre estuvo agradecido a esta región/comunidad que le dio un trabajo, una familia y sobretodo, una estabilidad. Y él no entendía de banderas. No. Jamás se planteó colgar en nuestro balcón la bandera española, la bandera andaluza o la bandera catalana. Quizás éramos plurales y equitativos con nuestro entorno.

Volvamos a ese viaje, en forma de huída vacacional, con la vista clavada en la ventanilla. Un recorrido por tierras catalanas, valencianas y murcianas, con un paisaje variable, pero acorde con las planícies prelitorales. No hemos de negar la belleza de una zona donde las huertas hacen acto de presencia con sus árboles frutales y sus variopintas plantaciones de hortalizas. Entre tanto verdor y a medida que bajábamos más hacia al sur, en uno de los feudos históricos del sector republicano, comenzaron a aparecer unas manchas rojas y amarillas en el horizonte, superpuestas en las casetas de los aperos agrícolas o directamente, en las viviendas particulares de los terrenos cultivados. Pensé que serían algún tipo de señalización para ubicar dichos huertos, pero no, era una infinidad de banderas españolas. Quilómetros y quilómetros de banderas españolas salpicaban el espacio terrestre, como si la propia naturaleza hubiese formado parte de una manifestación política dictatorial de imposición.

Hagamos un poco de historia. En el año 1785, Carlos III aprobó esta bandera en un momento de paz interna, en una España unida pero decadente y con fuertes rebeliones políticas en las actuales comunidades históricas. Con la II República (1931-1939) ésta fue prohibida para utilizarse la tricolor (amarilla, roja y violeta) y con la toma de poder del general Franco se volvió a retomar la misma bandera rojigualda como símbolo imperialista y de poder, eso sí, aplicando el emblema zoomórfico del águila para reforzar la calidad de dictador como "rex totus Hispaniae". La democracia, sorprendentemente, mantuvo una bandera que durante más de 40 años ha provocado hambruna, penuria, juramentos de sangre y muerte, eso sí, cambiando al circunspecto aguilucho por el escudo monárquico. Pero para aquellos que ya peinamos canas deberíamos ejercitar más nuestra memoria histórica (eso a lo que tanto miedo tiene el PP) y quizás cambiar nuestros signos identitarios y de paso, renovar un himno compuesto también en la época carlista pero utilizado como banda sonora del período franquista.

En un país vanguardista en el diseño y el arte como es el nuestro, ¿somos incapaces de romper con el pasado e innovar un nuevo estilo patriótico?. ¿Es que aún planea el fantasma totalitario de respetar la bandera española como signo unitario?. De ahí que no se pongan de acuerdo con la letra del himno español y es que quizás no tenga sentido ponerla en una España dividida cultural y políticamente.

Lo más recalcitrante de todo es, volviendo a mi viaje, que al llegar a mi destino, pregunté de forma diplomática, cuál era el motivo de tanta exaltación patriótica. La contestación fue llana y sencilla: "El fútbol". ¿No es hora ya de aparcar ese acontecimiento deportivo reconvertido en forma de bandera después de 45 días de "gloria nacional" cuando en ningún informativo se hacen eco ya de la gesta conseguida no por España sino por la "selección española"?.

Para aquellos que piensan que los catalanes somos los que más "paseamos" nuestra identidad decir que en Cataluña se pone la "senyera" el día 11 de Septiembre y que ésta se retira al día siguiente y si, por ejemplo, gana el Barça se extiende la bandera del club, no la bandera catalana y a los pocos días se quita. ¿Quizás los criticados y vilipendiados catalanes somos más cautos en nuestras demostraciónes patrióticas o no necesitamos verificar nuestro bagaje cultural y político constantemente?.

Estoy defraudado con el simplismo de la población de este país que no analiza sus símbolos. La identidad de las personas depende de su hábitat y de su zona de convivencia y uno no es más español o catalán por ser de Girona o de Madrid. ¿Por qué no apostamos por un regionalismo predicado atávicamente por infinidad de pensadores e incluso escritores, y dejamos en paz ese símbolo amorfo llamado España que de por sí jamás ha existido como una unidad indisoluble e identificatoria?. ¿Por qué no hacemos como nuestros sabios padres que aprendíeron a respetar aquellas comunidades a las que emigraban para poder subsistir y aparcaban el sentimiento españolista?. ¿Es tan complicado entender las diferencias y aceptarlas?

Al final de toda esta argumentación siempre aparece esa máxima conformista de que "que cada uno piense lo que quiera". Pero es que parece ser que cada vez más la gente piensa menos. Y ante tal panorama solo me quedan fuerzas para hacer un viva: ¡Viva el planeta Tierra!. ¡Viva!.

2 comentarios:

  1. Muy señor mío: si me lo permite voy a ser el primero en dejar una opinión en este su "blog donde se dicen cosas". Soy un gato al que algunos (muy pocos, no vayamos a empezar siendo vanidosos) conocen por sus comentarios en la red. Y los que me conocen saben que soy un minino un tanto rabioso, siempre dispuesto a arañar a quien se me ponga por delante y que no está para tonterías.
    Así que vayamos al grano. Mire usted, mi querido señor: las banderitas, según el parecer de este hermoso micifuz, deberían estar en el mástil de los edificios oficiales y sanseacabó. Y eso por ponerlas en algún sitio. Yo que creía que los tiempos de los "chandales" con la bandera española se habían acabado, me encuentro ahora con este furor banderil que "tapado" con la excusa del fútbol enardece otra vez a este país. Pues enfriemos rápido el calentón, que no está el terruño para tonterías. La bandera de una nación no debe enarbolarse a la mínima de cambio. Dejémosla ondear al viento. Yo preferiría emocionarme cuando la veo, por la escasez de su presencia, antes que agobiarme por su constante protagonismo. ¿Se acabó el Mundial? Pues, hala, la bandera a su "lugar descanso" como decía mi comandante en tiempos de la mili.
    Con respecto al tema de los catalanes, su bandera y su Barça, a este minino hermosote le gustaría decir unas cuantas cosas, pero entiendo que no debo extenderme más por hoy. Sólo apuntaré que estoy bastante cercano a usted en su razonamiento. Muchos "miaus" y hasta la próxima.

    ResponderEliminar
  2. si, no se llega a entender tanto patriotismo, si no hay conciencia de pertenencia a una nacion hasta la revolucion francesa, a finales del siglo XVII, o es lo mismo hace aproximadamente 220 años, antes eramos propiedad de un rey, el hecho esta que las posesiones iban cambiando de manos, a traves de tratados, dotes herencias, etc..., y el pueblo ni decia ni decidia, y con los tiempos que corren las unicas fronteras naturales son los idiomas, como muy bien sabe el PP Valenciano,pero una frontera no tendria que ser nunca un muro

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...