EL IMPUESTO DE PATRIMONIO

Quisiera decir unas palabras sobre la nueva aplicación del impuesto de patrimonio.

Zapatero, en un intento de recaudar unos pocos millones de euros para salvar la precaria situación española, ha impuesto de nuevo, y valga la redundancia, el impuesto de patrimonio derogado el 2008 y que afectaba antaño a más de un millón de contribuyentes. Esta actuación ha sido posible gracias a que el actual presidente no se presenta a las próximas elecciones ya que, como mínimo, 160.000 ricos de este país, seguro que no lo hubiesen votado ni a él y por ende, a Rubalcaba (quizás tampoco lo tenían previsto) después de semejante, y perdonen la expresión, "putada" para aquellos que quizás tengan que dejar una de sus tres casas o vender su yate.

Hace unos días, Emilio Botín, uno de los hombres más poderosos de España, se "lamía" las heridas cuando le preguntaban su opinión sobre dicho impuesto y él, con su sonrisa de hiena, decía "muy mal, muy mal", amagando una solapada amenaza y deseando, sin duda, que su acólito Rajoy suba al poder para intentar que el nuevo "presidente" elimine este "molesto" impuesto.

Pues a mí me parece genial ya que, al menos, estos ricachones tocarán de pies en el suelo y sabrán qué es la crisis y sus consecuencias. No niego que muchos se lo habrán trabajado con el sudor de su frente pero el que más tiene es el que más ha de aportar. Y si no que se lo expliquen, a nivel económico, a Cataluña en sus ayudas estatales durante años. Pero no desviemos el tema que después llegan los autoritarios no entendedores de la diferencia catalana y te insultan.

Los del PP están asustados porque dicen que de esta manera se contribuirá a que los todopoderosos envíen sus fortunas fuera del país y no inviertan. Pero, señores, no hay que engañarse, si hace años que todos estos tiburones tienen todas sus propiedades en paraísos fiscales y en empresas falsas para desviar los impuestos al fisco. Al menos, aquellos que son legales, no les importará aportar su granito de arena para que no se recorte más en sanidad ni en educación porque al final nos moriremos en las puertas de los hospitales o de los ambulatorios mientras nuestros hijos no saben la tabla del 2 ni cuál es la capital de Italia.