martes, 9 de noviembre de 2010

LA VISITA DEL PAPA A BARCELONA

Quisiera decir unas palabras sobre la reciente visita del papa Benedicto XVI a Barcelona.
No vamos a hacer ningún panegírico a favor o en contra de las creencias de cada uno, ya que estamos, verbigracia, gracias a Dios, en un país laico en el que cada uno puede profesar la religión que desee.

La aparición del máximo representante de la iglesia cristiana ha trastocado la mundana vida de Santiago de Compostela y de Barcelona, esperando que Madrid no tome represalias por haber sido obviada por la visita papal. Bastante ya tenemos con sobrevivir en esta interminable crisis, para que llegue el Papa con su séquito y su fastuoso vestuario para refregarnos por la cara el poder del Vaticano, sin duda, uno de los más importantes del mundo.

El español (o el catalán de a pie), machacado por los impuestos añadidos (léase IVA) para salir de la crisis, ha tenido que pagar todos, sin excepción, los gastos generados en esta ¿necesaria? visita. Vamos a dejar de lado los sobresueldos de miles de policias, de las brigadas municipales para adecentar la zona de los últimos días y el despliegue técnico parangonable a las Olimpiadas de 1992.

Pero centrémonos en Barcelona, mi ciudad, tan cosmopolita y progresista, que ha demostrado siempre su capacidad seria de manifestación popular. Dicen que nos hemos ahorrado 5.000 millones de euros en promoción turística de la ciudad, pero yo me pregunto ¿qué imagen estamos dando al mundo?. ¿La de una juventud que gritaba por las calles "soy adicto al papa Benedicto" y la de una ciudad volcada con las banderitas saludando al veloz "papamóvil"?.

Está claro que Barcelona no es un lugar turístico para familias básicamente conservadoras, ya que mochileros, gays, "singles" y estudiantes de todo tipo visitan por millones la ciudad condal.

Benedicto XVI vino a Barcelona, por cierto, para consagrar la Sagrada Familia, no por nada más, y que lucía de manera espectacular porque sencillamente es un monumento espectacular. Esta acción no es habitual en sus tareas ordinarias (cuando en época medieval era normal), pero como él es el mandamás y como le gusta tanto Gaudí, pues lo hizo utilizando los ungimientos más retrógrados de la liturgia gregoriana y extendiendo una bula papal en forma de acta que ha convertido el templo en basílica. Además, no olvidemos que solo nos falta saber que milagro hizo el simpar arquitecto para ser canonizado, elemento del gusto, sin duda, del vitoreado papa.

No hemos querido ser demasiado críticos sinó comentar otros aspectos fuera de la línea editorial de muchos períodicos de estos días, pero quizás lo mejor es que cada oveja se quede en su corral y el pastor que se encierre en su caserón, que bastante ya tiene con esconder a sus desviados acólitos.

3 comentarios:

  1. "No déis de comer al pastor alemán" o "El Papa pel Litoral" eran algunas de las pancartas no oficiales colgadas de los balcones. Esas sí que nos honran. Al menos, quedó el derecho al pataleo y el mostrar que no todos somos "ovejas" ni de Dios ni de nadie.

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  2. a mi no me hacen mucha gracia este pajaro y una buena parte de sus grouppies, pero tampoco me hacen gracia el regaeton y algunos de sus acolitos, y no me dedico a poner pancartas en contra de ellos.

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  3. Contesto a joan Albert: Este pájaro ha trastocado la vida de unos ciudadanos. Y los fastos han representado muchísimo dinero de gasto público. Los del regaeton no "sangran" a nadie. Ok. una vez más Xesco, te lo curras tanto que no tengo nada que añadir.

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